Seguramente no hay obra más pisada en el mundo que el pavimento de cerámica del gran artista Joan Miró, que se encuentra en el suelo, en la transición entre la Rambla Caputxins y la de Sant Josep, en un sitio tan bullicioso conocido como el Pla de l’Os.
Joan Miró sabía mirar las cosas con los ojos inocentes de un niño, y éste obra representada en el suelo es un buen ejemplo de colores vivos, formas simples y alegres.
Antiguamente, cuando La Rambla aún era una riera, aquí confluía el riachuelo del Pi, que después ha dado nombre a un gigante, una plaza y una bonita iglesia.
El divertido nombre de Pla de l’Os parece que hace referencia burlesca a la gente que antiguamente tomaba el sol y descansaba ociosamente en este sitio ya que en catalán L’Os Sacre (hueso sacro) es sinónimo de pereza.
Pero como en la Rambla nada tiene una sola denominación, éste lugar céntrico se le conoce como Pla de la Boqueria, ya que es donde desemboca la calle que lleva ese nombre. Actualmente, con tienda de bisutería, y en la edad media, parece ser que los judíos vendían la carne.
El Pla de l’Os es un sitio muy artístico, no solo por la obra de Miró, sino también porque dispone del edificio más bonito de La Rambla: La Casa Bruno Cuadros, construida en el 1883, y más conocida como la Casa de los Paraguas. Esta casa, presidida por su emblemático dragón chino, su ornamentación orientalista y los paraguas abiertos de la fachada, parece salida de un cuento de hadas.
En el lateral del Pla de l’Os, en el mismo edificio de la camisería Xancó, se encuentra la fuente de la Boqueria- de 1828 para solucionar los problemas de suministro de agua- con un escudo de la ciudad. En otoño una parada de castañas, ofrece en este rincón, al margen de bruñido central del paseo, un espacio de ambiente más recogido.
Con todo esto, el Pla de l’Os es un gran foco de atrición. A parte de la Boqueria, aquí desemboca la calle del Cardenal Casañas, que se adentra al barrio Gótico, por un lado; y las vivísimas y cosmopolitas calles de Sant Pau y Hospital, por el otro.
Se trata de una zona muy popular, con su cantidad de tiendas, hoteles, bares y restaurantes, nido de turistas despistados con un mapa y pendientes de cazar las mejores fotografías, gente que sale y entra de la boca de metro como si de un hormiguero se tratara, los animadores de las terrazas haciendo mimo y tocando el acordión, las paradas ambulantes de poetas vagabundos; la gente que va al mercado, el complejo gótico de la Biblioteca Central, a la Catedral…
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