Empezamos ahora la Rambla Capuchinos somos ya el centro del paseo. Aquí, habitualmente se hace muy difícil avanzar con tanta gente que sube y baja. Hace unos años, los transeúntes se podían sentarse en las sillas que se alquilaban con el único fin de ver la gente pasar.
La Rambla, en este tramo, se dice Caputxinsya que antes había un convento de este orden religioso situado donde ahora está la Plaza Real. Y es que muchas de las plazas y mercados de la ciudad vieja nacieron cuando derruir los antiguos conventos. Como cambian las cosas! Siglos atrás abundaban en la Rambla los edificios religiosos y, en cambio, a día de hoy, los establecimientos que más abundan son las tiendas de souvenirs.
Este sector del paseo se llama oficialmente Rambla de los Capuchinos, pero antes, popularmente era conocida como La Rambla de las comedias. Este nombre no hacía referencia a los «trileros» – individuos que intentan engañar a la gente escondiendo una bolita dentro de unos cubitos- sino porque la comprendía la Rambla que va desde el Teatro Principal hasta el Gran Teatro del Liceo. Ahora es más conocida como La Rambla del Medio o del Centro, para ocupar la posición más céntrica y conocida del paseo, donde también desemboca la Calle Ferran, vía populosa y de gran personalidad, como un pequeño microcosmos mundial, que fluye por el barrio Gótico.
El Gótico es un magnífico conjunto monumental donde se encuentra la Catedral, el antiguo barrio judío, y la plaza Sant Jaume, sede del ayuntamiento y gobierno catalán: La Generalidad de Cataluña.
Esta rambla era la parte más importante de la Barcelona del siglo XIX, donde se situaban los principales establecimiento comerciales, y los hoteles y cafés más lujosos de la ciudad.
Allí también está la Plaza Real, urbanizada en 1848. Esta magnífica plaza dispone de la fuente de las Tres Gracias y de dos faros espléndidos hechos por Gaudí. Muy cerca, en la calle Nou de la Rambla, podemos visitar el Palau Güell, obra del genial arquitecto modernista.
Hoy, la Plaza Real es menos señorial que en otra épocas, pero, también, más divertida, ya que dispobe de varios restaurantes, cervecerías, discotecas y hasta un club de fumadores de pipa.
En la fachada de la plaza que da a la Rambla se encuentra el antiguo hotel Cuatro Naciones, construido sobre un hermoso pasaje que lleva el nombre de una bebida caribeña ya que se dice Barcadí. En esta fachada también había a principios del siglo XX la Sociedad de Tracción de Forasteros, dedicada a promover el turismo. Y parece que fue una magnífica idea ya que Barcelona es ahora una de las ciudades más visitadas de Europa.
De esta época, en que la Rambla era es escaparate principal de la ciudad, quedan establecimientos como el café de la Opera o Hotel Internacional, en los bajos del cual está la camisería Xancó, que aparte de ser muy popular es una verdadera antigüedad.
No era extraño, pues, que ya en épocas lejanas, los turistas tuvieran curiosidad por esta ciudad. Y personalidades tan insignes como el escritor Stendhal o el cuentista Hans Christian Andersen nos visitarán y se mezclaran entre los señores ricos y trabajadores, pescaderos, soldados, frutales, vendedores de periódicos y camareros.
En la Rambla de Capuchinos … o la del medio … o la del Centro … o de las Comedias, se levanta el edificio más significativo de todo el paseo: El Gran Teatro del Liceo, construido sobre el solar de otro convento- no podía ser de otra forma.
En este teatro monumental se representa el bel canto, o dicho de otra manera más sencilla: Ópera. Este templo de la música se inauguró hace mucho años, el 1847. Su vida haga fluctuado entre los éxitos musicales de las óperas más famosas, un par de incendios y hasta un atentado. Después del último incendio, que destruyó el teatro completamente en 1994, se ha levantado un mucho más moderno y seguro, conservando la fachada tradicional. El Liceo también nos ofrece otro servicio, aparte de la música magistral, y es que nos indica la h hora ya que si levantamos la cabeza descubriremos la esfera luminosa de un gran reloj. De hecho La Rambla un paseo de contrastes y esta es una de las características que la hacen atractiva y singular. Por ejemplo, nos podemos encontrar la famosa cantante de ópera Montserrat Caballé, la catalana universal, saliendo del Liceo envuelta de fans y custodiada por un cordón policial, y justo enfrente, en la acera de la rambla, contemplar raperos haciendo sus acrobacias a ritmo de su música contemporánea. O bien escuchar una virtuosa títere-rana interpretando un vals de Chopin.
Y un poco más arriba, disfrutar de una banda completa de Jazz o Dixieland. La Rambla, fuera del escenario del Liceo, también es realmente de los músicos. Eso sí, de unos músicos que antes de actuar deben consultar el hombre del tiempo.
Otros edificios importantes de la Rambla de los Capuchinos acompañan el Gran Teatro del Liceo, como el Hotel Oriente, superviviente de los antiguos esplendores del paseo, que esconde el sorprendente claustro del antiguo colegio de San buenaventura. Un hotel que sería un decorado ideal para una novela de Agatha Christie.
El Gran Teatro del LIEC está delimitado por dos calles, una más discreta y la otra con una fuerte personalidad. Se trata de las calles Unión, donde se encontraban, en los años veinte del siglo pasado, las sedes de diferentes diarios y la calle San Pablo, que hasta que no hace mucho llevaba a los ciudadanos a una Barcelona turbia, y que no es una muestra de la ciudad cosmopolita, con un montón de comercios, peluquerías y restaurantes regentados por personas de todo el mundo.
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