Una vez atravesamos la pasarela de la Rambla de Mar, volvemos a pisar tierra firme! Ahora empezamos a pasear por La Rambla propiamente dicho. Y una vez aquí vemos la primera cosa que nos llama la atención, un señor que señala con el dedo el mar sobre una columna de 58 metros de altura.
Una vez atravesamos la pasarela de la Rambla de Mar, volvemos a pisar tierra firme! Ahora empezamos a pasear por La Rambla propiamente dicho. Y una vez aquí vemos la primera cosa que nos llama la atención, un señor que señala con el dedo el mar sobre una columna de 58 metros de altura. Es Cristóbal Colón, aquél navegante que descubrió América pensando que llegaba a las Indias. Un ascensor nos sube hasta arriba del todo del monumento, donde se haya el descubridor despistado. Allí encima encontramos un fantástico mirador desde donde disfrutaremos de una impresionante panorámica del puerto y de las calles laberínticas de Ciutat Vella.
El monumento a Colón se levanta en el Portal de la Pau¸ que es el sitio donde se une La Rambla Santa Mónica, que penetra en la ciudad, con la Rambla de Mar. Se llama Portal de la Pau para recordar el fin de una de las tres guerras civiles, llamadas Carlinas, que se sufrieron en el siglo XIX.
Así pues, La Rambla empieza con muy buenas intenciones, con un homenaje a favor de la paz!
Dicho y hecho, pero, aún y llamarse Portal de la Pau, ésta parte de La Rambla era conocida como la La Rambla dels Soldats(Rambla de los Soldados) debido a que, dejando de lado el Gobierno Militar, que aún continua en el mismo sitio, había una fábrica de cañones. Afortunadamente para la paz, en su sede del antiguo Banco de Barcelona. Pero antes de dirigirnos Rambla arriba, deberíamos de pararnos delante de las oficinas de la administración del puerto, dónde hace tiempo había un hotel de lujo. Éste estaba situado en el inicio de lo que ahora se conoce popularmente con Moll de la Fusta (muelle de la madera) – dónde estaban instalados los antiguos almacenes del puerto-. Tras este precioso edificio se levanta una estatua a uno de los poetas vanguardistas más importante de Catalunya: Joan Salvat-Papasseit. Grabado en la estatua podemos encontrar uno de sus poemas.
En definitiva, el sector de La Rambla del Portal de la Pau era muy popular ya que se trataba de la puerta de la ciudad al mar, se hacían los desfiles de los soldados, la gente paseaba i se hacían fotos con aquellas máquinas antiguas con flash de magnesio el pajarito, y circulaban en tranvía y coches tirados por caballos.
Hoy día quedan pocos caballos, pero aún se pueden encontrar algunos al principio de ésta Rambla, atados a unas tartanas, con las que se puede dar una vuelta romántica por éste pase de Barcelona.
Actualmente, el Portal de la Pau es un sistio turístico, abierto, lleno de luz, que bordea, por su lado derecho, con el barrio de la Mercè: callejuelas sombrías y casi mágicas con una vida de barrio muy importante.
Al penetrar en la Rambla podemos admirar una frontera de fisionomía delicada. Una de las fuentes Wallace, que se encuentra al principio del paseo, y que a un filántropo inglés, el señor Wallace, regaló a la ciudad cuando se celebró la primera de las dos Exposiciones Universales que se han hecho en Barcelona.
Poco a poco, andando un poco a contracorriente del gentío que se dirige a la Rambla de Mar, encontramos otros edificios singulares, como el Palau Marc, del siglo XVIII, que después se convirtió en la delegación del Banco de Espanya y hoy es la sede del Departamento de Cultura de la Generalitat de Catalunya, Pero lo que más llama la atención es el antiguo Frontó Colom (Frontón Colon), toda una institución deportiva. Fue rehabilitada durante los Juegos Olímpicos de 1992, como a sede de las pruebas de pelota, que era un deporte de exhibición en aquella ocasión. Y actualmente es un centro deportivo municipal. Antes de ser frontón, el edificio albergaba el primer cine de Barcelona. Y es que La Rambla también es muy cinematográfica.
La Rambla se abre al mar en el Portal de la Pau y, desde ésta plaza presidida por Colon que señala continentes lejanos, podemos descubrir más sitios interesantes, empezando evidentemente por el muelle de Drassanes, donde atracan las populares Golondrinas. Delante de éste muelle suele haber una pequeña feria de anticuarios, que dan al sitio un sabor evocador y nostálgico. Ésta feria siempre está rodeada de curiosos y de gente que se sienta en las escaleras que acaban a las aguas del puerto con ganas de hacer volar la vista.
Ya que La Rambla empieza en el mar, no es extraño que, muy cera de éste muelle, encontremos una antigua fábrica de barcos: los magníficos astilleros medievales, los más grandes que se conservan en todo el mundo de esa época. Allí dentro se construían barcos que navegaban hasta Argelia, Alejandría o Constantinopla. Actualmente los astilleros son la sede del Museo Marítimo, donde podemos encontrar una réplica de unos de los primeros submarinos de la historia, inventado por el catalán Narcís MOnturiol,i que parece salido de una novela de Julio Verne, hasta la espectacular galera capintana que luchó en la famosa batalla de Lepanto contra los turcos.
Detrás de los astilleros nace el único rascacielos de ciutat vella, justo en medio de un laberinto de callejuelas; como una torre gigante de murall. Y también a pie de los astilleros muere el famoso Paral·lel, el antiguo Boradway catalán, donde se encontraban los teatros, cafés y cines mas populosos de la ciudad.
Pro volvamos a nuestro paseo. Una vez cruzado el Portal de la Pau, la parte baja de La Rambla toma el nombre de Rambla de Santa Mónica a que antiguamente, aquí existía un convento que llevaba ese nombre. Hoy en día ese espacio se ha convertido en un centro de arte. Y es que en Barcelona se hacen muchas exposiciones ya que sus ciudadanos son gente curiosa y despierta.
Si no tenemos suficiente con el arte, justo delante del antiguo convento, en el medio del paseo, encontraremos una feria de artesanía: un montón de paradas donde podemos escoger y revolver productos procedentes de muchos lados del mundo.
En esta parte de la Rambla de Santa Mónica se rinde homenaje a una artista muy querida a Mary Santpere. La ciudad recuerda a ésta actriz y toda su familia de artistas con una escultura que representa un pequeño anfiteatro, en honor al talento de los Santpere.
Subiendo el paseo a mano derecha descubrimos, los primeros vecinos de La Rambla: Superman y R2D2. Y es que en una callejuela, el passatge de la Banca, se encuentra el Museo de Cera, presidido por estas dos figuras bien conocidas y divertidas.
A tocar con el museo marítimo está el Bosc de les Fades (bosque de las hadas), un bar ambientado en los cuentos de Hans Christian Andersen. Se trata de un lugar lleno de fantasía, a menudo visitado por colegios para descubrir el mundo de ése autor de cuentos tan famoso.
Y en medio de todo este desbarajuste, de ésta corriente de personas, impasibles, imperturbables, inmóviles… – menos cuándo se les da una moneda- se encuentran las estatuas humanas que salpimientan, más densamente éste parte del paseo. Charlot, Drácula, Che Guevara, un guerrero mongol, esqueletos, momias, se miran impertérritas la pintoresca marea de gente… uno de los rasgos más característicos de La Rambla.
Así pues, como podemos comprobar, La Rambla tiene lugares muy interesantes y sorprendentes, y eso que acabamos de empezar!
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