flamenco
Sones aflamencados autóctonos
Cantes y bailes autóctonos, algunos de origen folclórico, que fueron "aflamencados" con el paso del tiempo.
Sevillanas, Campanilleras y Marianas
Sevillanas
El cante y baile autóctono de Sevilla, las sevillanas, provienen de las seguidillas manchegas o castellanas. Su contagiosa alegría sedujo a toda Andalucía, y en la actualidad, son conocidas en el mundo entero. En el siglo XVIII, con el auge que obtiene el baile bolero por toda Europa, las sevillanas se liberan de la seguidilla y pasan a formar parte del repertorio de la escuela bolera. Son tres las sevillanas boleras que conservamos, las cuales, para ser bien interpretadas, exigen una concienzuda preparación en danza académica. En la actualidad, hay cuatro tipos de sevillanas que baila el pueblo. No es un baile fácil como parece a simple vista, que se pueda aprender rápidamente; aunque dé la sensación de improvisación y espontaneidad, está sujeto a una estructura y un reglamento. Una vez aprendidos, el individuo debe olvidar su técnica y sentirse libre de ataduras imprimiéndole su propia gracia. Fuente: El flamenco que viví, por José de la Vega
Campanilleras
La Gran Enciclopedia de Andalucía nos dice cosas tan hermosas como la de que estos campanilleros entroncados con los clásicos villancicos, fueron aflamencados por las monjas de Utrera en el siglo XIX. A quien ha oído en vivo a las madres carmelitas en la Misa de Gallo, a través de las rejas de clausura del convento de la Concepción y ha sido poseído por la liturgia flamenca que emanaban, no le sorprende nada la atribución. Las monjitas flamencas están en el cielo y pertenecen al coro de campanilleros de Manuel Torres, que según estudiosos, fue el que le dio a estos cantos folclóricos verdadera entidad flamenca. Fue luego La Niña de la Puebla quien los popularizó, y a pesar de que esta cantaora dominaba todos los cantes, destacando en los fandangos malagueños, en todas sus actuaciones se veía obligada a complacer a su auditorio con los campanilleros. Fuente: El flamenco que viví, por José de la Vega
Marianas
Mariana, nombre que se menciona en una de sus letras. Dicen que los gitanos llamaban Mariana a los animales amaestrados que hacían bailar o subir por una escalera al compás del panadero, tales como un mono, una cabra, un oso, etc. Este cante, que según Mairena y Molina nació y murió sin gloria, fue adaptado por los gitanos al flamenco del cancionero popular andaluz, emparentándolo con los tientos. La divulgación de este cante se debe al Niño de las Marianas, nombre artístico de Luis López (Sevilla, 1889- Madrid 1963), padre del famoso guitarrista Luis Maravillas. Se seguidora Pastora Pavón, La Niña de los Peines, le inyectó su peculiar gitanería. El maestro José Otero en su Tratado de bailes, editado en Sevilla en 1912, nos informa de que las marianas es de los bailes modernos que tienen más aceptación. De lo que deducimos que a principios del siglo XX disfrutaban de gran esplendor. Y puntualiza Otero que el maestro Segura las puso en baile, esclareciendo así la primera que ejecutó este baile en Sevilla fue La Argentinita, lo bailaba con palillos, aunque también se ha visto bailar sin ellos, n de unos ni de otro modo es disparate. …
El cante y baile autóctono de Sevilla, las sevillanas, provienen de las seguidillas manchegas o castellanas. Su contagiosa alegría sedujo a toda Andalucía, y en la actualidad, son conocidas en el mundo entero. En el siglo XVIII, con el auge que obtiene el baile bolero por toda Europa, las sevillanas se liberan de la seguidilla y pasan a formar parte del repertorio de la escuela bolera. Son tres las sevillanas boleras que conservamos, las cuales, para ser bien interpretadas, exigen una concienzuda preparación en danza académica. En la actualidad, hay cuatro tipos de sevillanas que baila el pueblo. No es un baile fácil como parece a simple vista, que se pueda aprender rápidamente; aunque dé la sensación de improvisación y espontaneidad, está sujeto a una estructura y un reglamento. Una vez aprendidos, el individuo debe olvidar su técnica y sentirse libre de ataduras imprimiéndole su propia gracia. Fuente: El flamenco que viví, por José de la Vega
Campanilleras
La Gran Enciclopedia de Andalucía nos dice cosas tan hermosas como la de que estos campanilleros entroncados con los clásicos villancicos, fueron aflamencados por las monjas de Utrera en el siglo XIX. A quien ha oído en vivo a las madres carmelitas en la Misa de Gallo, a través de las rejas de clausura del convento de la Concepción y ha sido poseído por la liturgia flamenca que emanaban, no le sorprende nada la atribución. Las monjitas flamencas están en el cielo y pertenecen al coro de campanilleros de Manuel Torres, que según estudiosos, fue el que le dio a estos cantos folclóricos verdadera entidad flamenca. Fue luego La Niña de la Puebla quien los popularizó, y a pesar de que esta cantaora dominaba todos los cantes, destacando en los fandangos malagueños, en todas sus actuaciones se veía obligada a complacer a su auditorio con los campanilleros. Fuente: El flamenco que viví, por José de la Vega
Marianas
Mariana, nombre que se menciona en una de sus letras. Dicen que los gitanos llamaban Mariana a los animales amaestrados que hacían bailar o subir por una escalera al compás del panadero, tales como un mono, una cabra, un oso, etc. Este cante, que según Mairena y Molina nació y murió sin gloria, fue adaptado por los gitanos al flamenco del cancionero popular andaluz, emparentándolo con los tientos. La divulgación de este cante se debe al Niño de las Marianas, nombre artístico de Luis López (Sevilla, 1889- Madrid 1963), padre del famoso guitarrista Luis Maravillas. Se seguidora Pastora Pavón, La Niña de los Peines, le inyectó su peculiar gitanería. El maestro José Otero en su Tratado de bailes, editado en Sevilla en 1912, nos informa de que las marianas es de los bailes modernos que tienen más aceptación. De lo que deducimos que a principios del siglo XX disfrutaban de gran esplendor. Y puntualiza Otero que el maestro Segura las puso en baile, esclareciendo así la primera que ejecutó este baile en Sevilla fue La Argentinita, lo bailaba con palillos, aunque también se ha visto bailar sin ellos, n de unos ni de otro modo es disparate. …
Petenera, Trileras y Bamberas
Petenera
Canto de resonancias lúgubres. Son poco los que interpretan, unos, por lo que dice la copla La perdición de los hombres; otros, porque aseguran que trae mal fario. Pero estamos seguros de que La Petenera, es mujer que decían de vida turbulenta, no era nada supersticiosa. Ella idealizaba el amor de manera, eligió se forma de vivir y optó por la libertad, que sólo encontraría con la muerte. El estilo por peteneras cosechó una gran notoriedad a partir de los últimos veinte años del siglo XIX, y tanto en vida de la enigmática cantaora como después de su muerte, sus letras fueron lanzadas al aire en todos los establecimientos donde se rendía culto al flamenco.
El personaje de La Petenera ha inspirado a varios coreógrafos de danza española. En 1958, con la bailarina Pastora Martos, estrené mi versión de la Petenera en el Teatro Candilejas de Barcelona. Posteriormente la bailamos en varias tournjées con las Juventudes Musicales de Francia. En 1964, fue Isabel Blancafort quien la bailó en Cadaqués, más tarde en Berlín y también en varias giras por Inglaterra. La petenera era una baile que gustaba tanto en España como en el extranjero. Fuente: El flamenco que viví, por José de la Vega
Trileras
Las Trilleras o cantes de trilla son un palo flamenco de origen folclórico. En sus orígenes se trataban de canciones camperas de carácter popular, asociadas a trabajos rurales y poco practicado por los profesionales. Su conformación lineal y no melismática y su clara semejanza melódica con la nana, indican su procedencia castellana, donde también se conocen verdaderas canciones de trilla. Se trata, por tanto, de un tipo de canción bastante antiguo, aunque su aflamencamiento tuvo lugar, probablemente, a lo largo del siglo XIX. Las trilleras se ejecutan sin acompañamiento de guitarra, usualmente con un marcaje del ritmo básico con cascabeles o campanillas, rememorando los cascabeles de las caballerías que, en su tiempo, llevaban las bestias de tiro durante la faena de la trilla en las eras. El cante se suele complementar con voces arrieras del propio cantaor, para estimular el trabajo de las bestias. Los tradistas señalan que es muy propio de los campesino de Castillas y que fue Bernardo el de los Lobitos quien lo aflamencó en Andalucía. Fuente: El flamenco que viví, por José de la Vega
Canto de resonancias lúgubres. Son poco los que interpretan, unos, por lo que dice la copla La perdición de los hombres; otros, porque aseguran que trae mal fario. Pero estamos seguros de que La Petenera, es mujer que decían de vida turbulenta, no era nada supersticiosa. Ella idealizaba el amor de manera, eligió se forma de vivir y optó por la libertad, que sólo encontraría con la muerte. El estilo por peteneras cosechó una gran notoriedad a partir de los últimos veinte años del siglo XIX, y tanto en vida de la enigmática cantaora como después de su muerte, sus letras fueron lanzadas al aire en todos los establecimientos donde se rendía culto al flamenco.
El personaje de La Petenera ha inspirado a varios coreógrafos de danza española. En 1958, con la bailarina Pastora Martos, estrené mi versión de la Petenera en el Teatro Candilejas de Barcelona. Posteriormente la bailamos en varias tournjées con las Juventudes Musicales de Francia. En 1964, fue Isabel Blancafort quien la bailó en Cadaqués, más tarde en Berlín y también en varias giras por Inglaterra. La petenera era una baile que gustaba tanto en España como en el extranjero. Fuente: El flamenco que viví, por José de la Vega
Trileras
Las Trilleras o cantes de trilla son un palo flamenco de origen folclórico. En sus orígenes se trataban de canciones camperas de carácter popular, asociadas a trabajos rurales y poco practicado por los profesionales. Su conformación lineal y no melismática y su clara semejanza melódica con la nana, indican su procedencia castellana, donde también se conocen verdaderas canciones de trilla. Se trata, por tanto, de un tipo de canción bastante antiguo, aunque su aflamencamiento tuvo lugar, probablemente, a lo largo del siglo XIX. Las trilleras se ejecutan sin acompañamiento de guitarra, usualmente con un marcaje del ritmo básico con cascabeles o campanillas, rememorando los cascabeles de las caballerías que, en su tiempo, llevaban las bestias de tiro durante la faena de la trilla en las eras. El cante se suele complementar con voces arrieras del propio cantaor, para estimular el trabajo de las bestias. Los tradistas señalan que es muy propio de los campesino de Castillas y que fue Bernardo el de los Lobitos quien lo aflamencó en Andalucía. Fuente: El flamenco que viví, por José de la Vega
Sevillana: Cántame. María del Monte.
Bamberas
En una actuación televisiva Rocío Jurado nos regaló unas deliciosas Bamberas. Con mucha gracias. La chipionera informó didácticamente a los telespectadores del origen de este cante: El apelativo de bamberas viene de bamba, de columpio. En Andalucía, los domingos y días festivos soleados, los mozos y las mozas tenían por costumbre de ir de gira al campo. Colgando una soga de la bamba de un árbol, la bamba no cesaría de balancear a las muchachas, que empujadas por sus pretendientes propiciaban al cortejo. Aunque Carlos Almendros no las cuelga en su árbol genealógico, siempre se han incluido en ámbito del flamenco por el fuerte carácter que les estampó la famosa cantaora La Niña de los Peines, llevándolas al compás de las soleares en un ritmo más acelerado. Ambientadas y sensuales bamberas fueron las coreografiadas por Cristina Hoyos para su espectáculo Al compás del tiempo, bailadas por el trío femenino, Hiniesta Cortés, Carmen Lozano, Manuela Ríos o Susana Casas, con el magnífico atrás de los guitarristas José Luis Rodriguez, Manuel Pérez, y el Juani; con el cante de Rafael Utrera, David Lagos y José Anillo. Fuente: El flamenco que viví, por José de la Vega
En una actuación televisiva Rocío Jurado nos regaló unas deliciosas Bamberas. Con mucha gracias. La chipionera informó didácticamente a los telespectadores del origen de este cante: El apelativo de bamberas viene de bamba, de columpio. En Andalucía, los domingos y días festivos soleados, los mozos y las mozas tenían por costumbre de ir de gira al campo. Colgando una soga de la bamba de un árbol, la bamba no cesaría de balancear a las muchachas, que empujadas por sus pretendientes propiciaban al cortejo. Aunque Carlos Almendros no las cuelga en su árbol genealógico, siempre se han incluido en ámbito del flamenco por el fuerte carácter que les estampó la famosa cantaora La Niña de los Peines, llevándolas al compás de las soleares en un ritmo más acelerado. Ambientadas y sensuales bamberas fueron las coreografiadas por Cristina Hoyos para su espectáculo Al compás del tiempo, bailadas por el trío femenino, Hiniesta Cortés, Carmen Lozano, Manuela Ríos o Susana Casas, con el magnífico atrás de los guitarristas José Luis Rodriguez, Manuel Pérez, y el Juani; con el cante de Rafael Utrera, David Lagos y José Anillo. Fuente: El flamenco que viví, por José de la Vega