Reconoce Emily Mortimer que tenía ganas de distraerse, así que cuando Manuel Monzón -uno de los productores de “The bookshop” que rueda en Barcelona a las órdenes de Isabel Coixet-le invitó a ver un espectáculo flamenco, no se lo pensó dos veces. Especialmente porque la idea partió de Patrick, el manager de El Yiyo, a quien Emily conocía de referencias, que la presencia del bailaor se empieza a sentir en Nueva York donde vive la actriz. Vestida de modo informal, y con un bolso con el guión del día siguiente, Emily se dirigió a El Cordobés, donde actúa el genio.
Sentada discretamente y con un refresco, siguió con entusiasmo las evoluciones de Yiyo y su compañía, a quienes a veces buscó un simil con el Kabuki, danza que le apasiona. Vibrante y amena, a pesar de la dura jornada de trabajo, Emily permanecía atenta hasta que uno de los bailes le hizo recordar algo especial: los movimientos de su hija, May Rose, que a sus seis años parece dotada para el arte de Terpsicore. Abre el móvil y nos muestra a la pequeña, que es un calco de mamá, su miniyo perfecta, evolucionando por el salón de su casa neoyorquina.
Le pareció corta la sesión y aprendió parte de la simbología de un arte que va sembrando a diario adeptos a través de figuras que últimamente tienen nombre propio, como Farruquito, Joaquín Cortés o ahora El Yiyo, que, también casualidad, han sido, o son, imagen de Giorgio Armani, paradigma de la elegancia más conceptual.
Después del show, del que Emily se muestra tan sorprendida como agradecida y emocionada, hay un encuentro en plena Rambla,donde el ambiente veraniego sigue mandando a pesar del mes. Hay intercambio de elogios e invitaciones, fugaces ideas de colaboraciones que probablemente quedarán en la nada. Pero flota una admiración mutua y un cariño especial. No hay mucho tiempo para nada más. El Yiyo tiene un segundo pase que le espera y los turistas ya empiezan a entrar, y Emily tiene que madrugar.
A Emily, hija del guionista John Mortimer, le encanta Barcelona, de hecho le gustaría quedarse, pero, recapacita un segundo y rectifica: “No, no, quiero volver a casa, a Nueva York, con mi marido y mis hijos”, dice regalando otra de sus impresionantes sonrisas. Conoce España, “un poco, estuve tres días durante mi una de miel, hace ya… (Piensa un poco y haciendo iros sobre la barriga) cuando estaba embarazada de Samuel”, su primer hijo. Luego volvió y estuvo otros tres días para hacer la ruta arquitectónica: “lo sé todo sobre Gaudí”, dice divertida.
Le queda mucho por ver porque en esta ocasión apenas ha salido del decorado, la librería que su personaje en el filme se empeña en abrir en un pequeño pueblo de la costa de la Inglaterra a finales de los cincuenta. Una historia de Penélope Fitzgerald, con quien están identificadas tanto actriz como directora. Le gustó tanto el guión de Coixet que ha esperado (y colaborado) en su financiación e incluso ha renunciado a un papel con Yevhen Aranovsky. ¿Cómo llegó a su vida el guión ? Casualidad. Coixet es amiga de otra de las estrellas de la película, Patricia Clarckson y la fue a ver al teatro de Nueva York, donde ella representaba “El hombre elefante” al lado de Bradley Cooper y Alessandro Nivola, esposo de Emily. Una cena, una charla. Y a partir de ahí surgió el resto.